sábado, 24 de septiembre de 2011

La clave de la crisis está en los churros

Esta mañana he ido a comprar churros a una conocida cafetería de Almería, en Nueva Andalucía, donde venden churros para llevar en raciones que valen un euro y contienen seis unidades.

Llevaba varios meses sin ir. Recuerdo, de la última vez, que la barra y las mesas estaban llenas de gente, como siempre ocurría, y que había gente esperando para llevarse churros. Ese día le propuse al encargado que vendieran también medias raciones, ya que una ración podía quedarse corta para dos personas, le dije, y dos raciones eran excesivas. Sin embargo el hombre me indicó que no podía ser, que eran «normas de la casa». Insistí en sugerirlo para el futuro.

Esta mañana he vuelto. La barra estaba vacía, y apenas había 3-4 mesas ocupadas. No había cola para los churros. Al pedir he descubierto que seguían sin vender medias raciones y que ahora la ración valía 1,10€; una subida del 10%, claramente por encima de IPC. Algo fastidiado por ambas noticias, he pedido sólo una ración, pensando en que habían perdido la opción de vender media ración más, mientras contemplaba el local vacío.

Detrás de mí han entrado dos señoras. Era la primera vez que iban allí. El encargado les ha informado del precio de la ración y ellas, sin dudarlo, han pedido una ración y media. El hombre les ha contestado, con cara de fastidio: «Sólo vendemos raciones completas, son normas de la casa». Ellas se han mirado y han optado por pedir sólo una ración.

No he podido evitarlo, y le he comentado al hombre: «Señor, hace tiempo propuse que vendieran también medias raciones. Ahora mismo yo me hubiera llevado media más, y las señoras otra media. ¿No cree que podrían vender más así?».

La respuesta era fácil de imaginar: «son normas de la casa», me ha insistido, esta vez en tono más amable. Las señoras me han mirado y han dicho: «es verdad lo que dice el chico; de hecho, ahora mismo podríamos comprar una entre ambos y repartirla, pero ya no lo vamos a hacer».

Al final me he ido con mi ración, igual que las señoras. Y la cafetería ha dejado de vender dos medias raciones adicionales, que tenía vendidas si hubiera querido, de su producto «estrella».

Vale, dos medias raciones de churros no van a sacar al establecimiento de esta crisis. Pero esto que cuento ha ocurrido en menos de cinco minutos, así que imaginemos un año completo: si cualquiera de nosotros pudiera incrementar las ventas de su producto estrella un 50%, ¿no lo haría?

Sé que el razonamiento inverso podría ser que, si venden también medias raciones, a lo mejor venden menos. Y eso lo comprendo pensando en cómo estaban hace un año, con la cafetería llena y gente esperando para llevarse los churros. Pero esta mañana, con la cafetería vacía y nadie en la cola, creo que la posibilidad de «innovar» encajaba mucho mejor.

Cinco minutos en una cafetería no sirven para solucionar el mundo. Pero en ese tiempo he constatado que, siendo las «normas de la casa» difícilmente cambiables, el precio de los churros sí ha subido un 10%. ¿Es esa la genial solución de la cafetería para salir de ésta, subir los precios? ¿No sería útil «innovar» en otras cosas?

La respuesta es clara: hay que innovar, aunque la innovación consista en algo tan «simple» como vender también medias raciones de churros, además de enteras. Porque quién sabe, a lo mejor con un par de innovaciones así «de tontas», un negocio mitiga los efectos de la crisis. y eso son menos despidos. Y eso son más familias viviendo mejor. Así que, ¿no merecería la pena probarlo?

Pues imaginemos si extrapolamos esto a cada uno de nosotros, a cada uno de nuestros negocios. Sinceramente, creo que la clave para salir de la crisis puede estar en los churros. Concretamente, en las medias raciones. Al menos, en la innovación que eso supondría...

martes, 4 de agosto de 2009

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